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Las 4 Velas…

Cuatro  Velas se  estaban consumiendo lentamente

 

El ambiente estaba tan silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas. La primera dijo:

 

-¡Yo Soy la Paz!   A pesar de mi Luz, las personas no consiguen mantenerme encendida.

Y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.

 

La segunda dijo:

-¡Yo me llamo Fe! Infelizmente soy superflua para las personas, porque ellas no quieren saber de Dios, por eso no tiene sentido continuar quemándome. Al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella, y esta se apagó.

 

En voz baja y triste la tercera vela se manifestó:

¡Yo Soy el Amor!  No tengo más fuerzas que quemar. Las personas me dejan de lado porque solo consiguen manifestarme para ellas mismas; se olvidan hasta de aquéllos que están a su alrededor. Y también se apagó.

 

De repente entró una niña y vio las tres velas apagadas.

-¿Qué es esto?  Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final.

 

Entonces la cuarta vela, habló: -No tengas miedo, niña, en cuanto yo esté encendida, podemos encender las otras velas.

 

Entonces la niña tomó la vela de la Esperanza y encendió nuevamente las que estaban apagadas.

 

¡Que la vela de la esperanza nunca se apaga en nosotros!

 

Estamos iniciando el tiempo de adviento, preparemos nuestro corazón y alma para que Dios mire aquel amor en nosotros, como lo miro en María. Seamos  auténticos cristianos, viviendo la esperanza en Jesús, para que en cada uno de nosotros nazca dentro de nuestros corazones  y seamos verdaderos hijos de Dios, como lo fue Cristo.

La acardia, cuando el corazón deja de sentir

“Cuando ayudas a otro con su cruz, el corazón vuelve a sentir”, Chile celebra en agosto el “Mes de la Solidaridad”, una iniciativa promovida por el Episcopado en homenaje a la vida y obra del Santo Alberto Hurtado.

El video muestra de manera significativa y simbólica una nueva enfermedad que se está volviendo muy común en los últimos tiempos, la que denomina “acardia”. Parece extraño este nuevo mal y si nos ponemos a averiguar la etimología encontramos que significa “la ausencia de corazón” (a – sin, kardios, corazón). Científicamente hablando podríamos decir, una situación incompatible con la vida, pues ¿quién podrá sobrevivir sin un órgano fundamental para la existencia como el corazón? Incluso, se han descrito casos de malformaciones genéticas con esta manifestación, claro está incompatibles con la vida.

Pero hoy no se nos está hablando en este sentido. El corazón no sólo se entiende como el órgano biológico, sino – como en muchas épocas y culturas – como la fuente y el origen de lo más profundo del hombre, las intenciones, el bien, los sentimientos, las pasiones, la inteligencia, entre otros. Además, este es el sentido que generalmente tiene en las Sagradas Escrituras. La acardia, en este caso entonces, corresponde a la limitación y más aún la imposibilidad para el bien, para el amor, para las buenas intenciones. Se expresa como menciona el video en la indiferencia, el no salir al encuentro del hermano más necesitado. Situación que también pone en juego nuestra vida – en un sentido existencial y espiritual – pues sin amor nuestra vida carece de sentido.

 Elementos apostólicos

Me parece muy interesante y providencial que se esté realizando esta invitación en Chile, que podríamos también extender a todo el Mundo. Renovar el llamado a la práctica de la solidaridad. Y creo que es muy propicio porque justamente en los últimos meses el Papa Francisco nos viene insistiendo mucho en la vivencia del amor, en salir al encuentro de los más necesitados, en salir a las periferias, etc. Además porque la solidaridad es una expresión muy concreta del amor cristiano, es la manifestación del Amor que recibimos de Dios, que ya se ha entregado solidariamente por cada uno de nosotros y nos enseña a amar, a entregarnos y a vivir el servicio.

Quizá algunos piensen que es exagerado decir que la “acardia” sea un mal de nuestro tiempo, sustentando que “todavía hay personas de buen corazón y sentimientos”, “las personas buenas somos más”, “generalmente hay muchos que no hacemos mal a nadie” y muchas otras ideas que se escuchan con frecuencia. Pero creo que la realidad hay que asumirla con valentía y reconocer que no es suficiente ser bueno o creerse bueno por no hacer mal; es importante además vivir de acuerdo a ello. Practicar el bien. La solidaridad y el amor no son meros sentimientos e intenciones buenas, son acciones concretas. Son acciones que brotan del corazón lleno de amor por los demás, no sólo cuando es fácil, cuando es cómodo, cuando tengo a la persona cerca, cuando tengo tiempo. El amor, parafraseando a la Madre Teresa hay que vivirlo hasta que duela. Con sacrificio en muchas ocasiones y con gran generosidad.

En estas fechas en Chile recuerdan al Santo Alberto Hurtado; sacerdote jesuita que vivió la solidaridad y el amor a los más pobres hasta el cansancio. Recordemos unas frases suyas que nos hablan de lo que significa para él la solidaridad: “ante todo despertar en nosotros un sentido de nuestra solidaridad en Cristo, recordar que somos hermanos y sufrir, sufrir íntimamente con el dolor de nuestros hermanos”; “comprensión de los dolores que sufre nuestro mundo…Comprensión de quién es el que sufre. Mi hermano, otro yo, Cristo que se hace pobre… Si yo sufriera eso ¿Cómo lo sufriría?”

Fuente: Catholic-link.com